1. |
Aire
03:54
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2. |
Luna y Estrellas
06:33
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Aún se escucha aquella canción.
El latido triste, la rima cercana.
El juego inocente del "sí" y del "no".
Aún el gesto que nunca vi,
El brillo de mi gran ilusión,
caricias que nunca lo son,
aún sigo siendo el niño que fui.
Cuando muere la luz y nace la luna
un color secreto me ilumina
a través de los párpados del sueño
aquella canción mece mi cuna.
Me desnuda de todo lo que aprendí.
Sin mi fuerza, la añoranza del comienzo
me impregna en aquél oscuro silencio,
aún sigo siendo el niño que fui.
En la noche, sin más años que una flor
invito a las estrellas a mi canto
y su danza me enamora
tanto
que aflora un dulce dolor
de mi corazón sin años
cuando llora...
El mundo quiso hacerme con sus relas
un número de falsa mirada,
una máquina que ciegamente
viviese como a los otros gustara.
Mas yo con fuerza me resistí,
busqué mi iluminación con entereza
mas mi culminación fue la tristeza...
Aún sigo siendo el niño que fui.
Tras que me hubieran intentado corromper,
lograr que no me importasen los caminos
para mí establecidos con tal suerte
de vivir servil, cabizbajo hasta la muerte;
tras haber logrado desprender de mí
la aspiración hacia un ideal ansiado,
pues mi aceptación es mi bien más preciado,
veo, que aún sigo siendo el niño que fui.
Desnudo, observo mi reflejo
en el mar embravecido en cuyas olas
la luna acaricia alguna estrella
que abraza una lágrima carmesí
en cuyo brillo temeroso encuentro a ella.
Tantas estrellas, tantas personas.
Niñas y niños sobre desatadas olas
tratando con máscaras y cadenas
de huir del miedo que un día sentí.
Se impregnan de inservibles etiquetas,
rezando por un futuro fecundo
para tener un lugar en este mundo
a costa de su identidad y su sentir.
Se llaman a sí mismas funcionarias,
políticas o revolucionarias,
periodistas, inspectoras, empresarias,
coroneles, empleadas, estudiantes dicen ser;
demócratas, artistas, comunistas,
policías, anarquistas, cantautores,
adultas cuyas hondas sumisiones
pesan sin duda sobre su vivir.
Mas con el silencio de la noche
se acerca una lágrima febril
que roza la mirada infantil
de un alma que lloró por el derroche
de otras almas, contadas de mil en mil
cuya dulce melodía de añoranza
por haber amado siempre lo imposible
acongoja a aquella que quiso ser libre,
asesinada por este mundo vil;
y si en mis sueños el juego perdí
es porque en la realidad estoy perdido,
si creo ganar es porque me he mentido,
aún sigo siendo el niño que fui.
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3. |
Llanto
03:22
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